jueves, 22 de abril de 2010

Caótica Marta

Estoy buscando un camino alternativo, me he cansado ya de pasar siempre por las mismas atascadas rotondas, de parar siempre en los mismos semáforos, de ralentizar mi velocidad siempre en las mismas calles, de toparme siempre con los coches aparcados en doble fila en el mismo boulevard, de dar vueltas para aparcar siempre en las misma zona, me aburro, me aburro de ver los mismos edificios, de cruzar los mismos pasos de cebra colocados siempre en el mismo sitio y siempre con las rayas de color blanco, ¿por qué no los pintan de colores?. Llegando a la rotonda X circulo siempre por el carril de la derecha, tengo calculado que siempre te incorporas antes, sin embargo en la rotonda Y me incorporo por el carril de la izquierda, no sé cual es el fenómeno traficológico que hace que en esa rotonda las cosas sean al revés. Si me salto el semáforo X en ámbar no pasa nada, pero si me salto el semáforo Y en ámbar me quedo en medio por medio segundo y el coche que viene por mi izquierda se pone a pitar como un loco, porque seguramente esté muy cabreado con su socio debido a una gestión mal llevada a cabo y tenga ganas de llegar a casa o a dónde quiera que vaya, puede que al gimnasio a luchar contra el colesterol y los michelines, porque contra la alopecia galopante hace tiempo que perdió la batalla, y no me pites a mí, que me duele la cabeza, y además yo no tengo la culpa de que la gente no sepa circular por las rotondas igual de bien que lo hacen nuestros vecinos los franceses, que esos sí que saben, así que deja el claxon en paz, porque ¿sabes qué?, mi coche también tiene, y yo también puedo resultar muy desagradable cuando me empleo a fondo con él, así que dejémoslo, vamos a dar una oportunidad al silencio, o a la música, ahhhh, ¿que vas escuchando una irritante tertulia de esas en las que cuatro tarados opinan de todo un poco?, pues chico ese es tu problema, te aconsejo que pongas música, es mejor, pero bueno cada uno ...
Ayer cambié la ruta, decidí cambiar los habituales semáforos y rotondas por un rodeo por la M-algo, al menos así puedo pisar el acelerador, pero ¡vaya qué mala suerte!, un panel informativo anuncia retenciones como consecuencia de un accidente unos kilómetros más adelante, creo que no he elegido buen momento para cambios, así que me salgo por aquí, da igual a algún sitio me llevará, argghhh, me he pasado, bueno sigo y doy la vuelta, qué follón hay ahí, ¿qué hace tanto poli en la zona?, seguro que algún famoso-con-cargo y coche blindado de lunas tintadas está ingresado en la clínica ésta que le gusta tanto a los famosos (con y sin cargo), ¿y yo por donde me salgo?, ¿por la primera o por la segunda?, bueno mientras lo decido doy otra vuelta a la rotonda, y otra, ¡ay mierda!, perdón, quería decir ¡ay rayos y centellas!, que se ha debido de mosquear el poli éste y me manda parar, noooooooooo, documentación, arghhhh, yo que sé, espere, o espera, a los agentes de tráfico ¿se les trata de usted?, es que este es un poco rockabilly, no me pega, pero yo por si acaso le trato de usted, tengo una prisa de muerte, los niños salen del cole y se ponen muy nerviosos cuando yo no estoy esperando en la puerta con una amplia sonrisa y dispuesta a hacer de perchero humano, déjelo, circule, y circulo, que majo el poli rockero ... creo que ya sé como salir de aquí, pero al final por evitarme lo de todos los días me he tragado el doble.
En cualquier caso seguiré buscando mi camino alternativo, hablo en serio cuando digo que estoy cansada de ésto y de lo otro, aunque puede que todo sea culpa de mi estado de ferropenia, ese es mi nuevo adjetivo, ahora soy o, mejor dicho, estoy ferropénica, y eso me produce un tremendo cansancio. Tomaré ese líquido negro asqueroso media hora antes de las comidas y espero dejar de estar ferropénica, porque prefiero ser indie que ferropénica, que suena fatal, y eso que el hierro no le viene nada bien a mi médula, porque le anima a producir glóbulos y bastantes produce ella sola, pero debe ser que no me sirven, no sé, todo es un lío, pero yo soy un lío, circulo entre el caos mientras mi sangre circula entre el caos, todo es un poco caótico, yo soy caótica, caótica Marta ... hay cosas que no cambian, ya veré por donde circulo mañana, depende ... de ... y yo qué sé de qué depende ...

lunes, 12 de abril de 2010

Activando mecanismos

Hoy no me he levantado dando un salto mortal. Hoy me he levantado con un dolor de cabeza que, a pesar de no ser demasiado fuerte, era un dolor con sus cinco letras. Se debió colar en mi cama esta noche cuando dormía profundamente, y es que en mi cama caben muchas cosas, a veces han llegado a coincidir allí dos adultos, dos niños, varios tipos de dolores y sueños a mogollón, no me preguntes cómo, porque mi cama no es king size como esas de los hoteles, y no me preguntes cuánto mide porque no tengo ni idea, yo que sé lo que mide una cama, pero tampoco sé cuantos habitantes tiene mi ciudad, ni la ciudad donde nací, no tengo ni una idea aproximada, pero es que hay determinados datos que mi cerebro no está preparado para almacenar, no sé por qué, y entre esos datos están las medidas estándar y la población de las ciudades.
El caso es que no porque se empeñe en visitarme asiduamente consigo coger cariño a este pesado dolor de cabeza, y en vez de café con pastas le obsequio siempre con una (o media) pastilla de enantyum 25 mg, dexketoprofeno trometamol con agua para el visitante no invitado, se acabó la hospitalidad en mi cabeza, hola soy Marta Montoya, tu invadiste mi cabeza, preparate a morir.
Y cuando he conseguido acabar con él (por unas horas, espero que muchas horas), he pulsado la tecla ésa que tenemos las madres localizada cerca del ombligo y que activa el programa ése que funciona 24 horas al día los 365 días del año y al que no le afectan ni los cortes de electricidad ni los descensos de energía. Este programa tiene un funcionamiento similar a los generadores de emergencia de los quirófanos, siempre tienen que estar preparados. Y gracias a este programa mis hijos han ido brillantes y bien alimentados hoy al colegio, vitaminas, calcio, proteínas concentradas en un desayuno express con repaso de spelling incluído, recuerda hijo dress acaba con dos eses, si, vale, vale, y para el próximo spelling no olvides estudiarlo con tiempo, esto de acordarte de un examen un domingo por la tarde no lo vuelvas a hacer, vale, vale, te lo prometo, ya, ya, prometer es una palabra vacía de significado para tí, creo, pero bueno ... llega el autobús, corred, corred ... run, run ...
Desactivo el programa y me preparo un zumo de naranja, porque cuando volvía hacia casa la imagen de mi madre me ha visitado, mi conciencia se ha activado y he pensado que igual a mi organismo le vendría bien una ración de vitaminas de color naranja. Me he bebido un vaso rebosante de zumo de naranjas con una pajita de color rosa fucsia, yo la quería verde, pero me ha tocado rosa fucsia, y todos sabemos que te tienes que quedar con la pajita que cojas con los ojos cerrados, sin hacer trampas, te toque la que te toque ... hay cosas que son así porque siempre han sido así y tendrán que seguir siéndolo, así que rosa fucsia.
El problema es que la vitamina C ha debido activar en mi cerebro el mecanismo de sueños imposibles (de momento). Esos sueños implican aviones que cruzan océanos y aterrizan en lugares donde yo tengo planeado instalarme en breve, allí donde huele a mar, donde mis hijos podrán surfear al atardecer después de leer un rato libros de aventuras mientras meriendan la fruta de la temporada recién recogida de los árboles que rodean nuestra casa, esos árboles en los que viven familias de ardillas de cola espesa y orejas puntiagudas. Esos lugares donde los amaneceres no meten prisa a nadie, donde los sentimientos fluyen sin necesidad de artificios, donde nadie sabe qué son los aditivos, donde la brisa se disfraza de analgésico ... me voy a poner imágenes a este sueño, me voy a dormir un rato. Nos veremos pronto.

¿Os había dicho que me voy a comprar una bicicleta?