lunes, 12 de abril de 2010

Activando mecanismos

Hoy no me he levantado dando un salto mortal. Hoy me he levantado con un dolor de cabeza que, a pesar de no ser demasiado fuerte, era un dolor con sus cinco letras. Se debió colar en mi cama esta noche cuando dormía profundamente, y es que en mi cama caben muchas cosas, a veces han llegado a coincidir allí dos adultos, dos niños, varios tipos de dolores y sueños a mogollón, no me preguntes cómo, porque mi cama no es king size como esas de los hoteles, y no me preguntes cuánto mide porque no tengo ni idea, yo que sé lo que mide una cama, pero tampoco sé cuantos habitantes tiene mi ciudad, ni la ciudad donde nací, no tengo ni una idea aproximada, pero es que hay determinados datos que mi cerebro no está preparado para almacenar, no sé por qué, y entre esos datos están las medidas estándar y la población de las ciudades.
El caso es que no porque se empeñe en visitarme asiduamente consigo coger cariño a este pesado dolor de cabeza, y en vez de café con pastas le obsequio siempre con una (o media) pastilla de enantyum 25 mg, dexketoprofeno trometamol con agua para el visitante no invitado, se acabó la hospitalidad en mi cabeza, hola soy Marta Montoya, tu invadiste mi cabeza, preparate a morir.
Y cuando he conseguido acabar con él (por unas horas, espero que muchas horas), he pulsado la tecla ésa que tenemos las madres localizada cerca del ombligo y que activa el programa ése que funciona 24 horas al día los 365 días del año y al que no le afectan ni los cortes de electricidad ni los descensos de energía. Este programa tiene un funcionamiento similar a los generadores de emergencia de los quirófanos, siempre tienen que estar preparados. Y gracias a este programa mis hijos han ido brillantes y bien alimentados hoy al colegio, vitaminas, calcio, proteínas concentradas en un desayuno express con repaso de spelling incluído, recuerda hijo dress acaba con dos eses, si, vale, vale, y para el próximo spelling no olvides estudiarlo con tiempo, esto de acordarte de un examen un domingo por la tarde no lo vuelvas a hacer, vale, vale, te lo prometo, ya, ya, prometer es una palabra vacía de significado para tí, creo, pero bueno ... llega el autobús, corred, corred ... run, run ...
Desactivo el programa y me preparo un zumo de naranja, porque cuando volvía hacia casa la imagen de mi madre me ha visitado, mi conciencia se ha activado y he pensado que igual a mi organismo le vendría bien una ración de vitaminas de color naranja. Me he bebido un vaso rebosante de zumo de naranjas con una pajita de color rosa fucsia, yo la quería verde, pero me ha tocado rosa fucsia, y todos sabemos que te tienes que quedar con la pajita que cojas con los ojos cerrados, sin hacer trampas, te toque la que te toque ... hay cosas que son así porque siempre han sido así y tendrán que seguir siéndolo, así que rosa fucsia.
El problema es que la vitamina C ha debido activar en mi cerebro el mecanismo de sueños imposibles (de momento). Esos sueños implican aviones que cruzan océanos y aterrizan en lugares donde yo tengo planeado instalarme en breve, allí donde huele a mar, donde mis hijos podrán surfear al atardecer después de leer un rato libros de aventuras mientras meriendan la fruta de la temporada recién recogida de los árboles que rodean nuestra casa, esos árboles en los que viven familias de ardillas de cola espesa y orejas puntiagudas. Esos lugares donde los amaneceres no meten prisa a nadie, donde los sentimientos fluyen sin necesidad de artificios, donde nadie sabe qué son los aditivos, donde la brisa se disfraza de analgésico ... me voy a poner imágenes a este sueño, me voy a dormir un rato. Nos veremos pronto.

¿Os había dicho que me voy a comprar una bicicleta?

No hay comentarios:

Publicar un comentario