viernes, 5 de marzo de 2010

Lucha de gigantes

A veces dudo de que sea capaz de mantener una lucha de gigantes durante el resto de mi vida. A veces soy fuerte y optimista y, a base de sonrisas y arropada por el sol y los que más me quieren, avanzo con paso firme, hasta que llega un día en que me cuesta levantarme porque siento como si durante la noche, aprovechando que yo duermo profundamente, alguien o algo disfrazado de gigante me hubiese apaleado con saña con el objetivo de gastar mi sonrisa y robarme esas fuerzas acumuladas que guardo bajo llave cuando descanso.
Y ahora me pregunto si podré con el gigante, porque me cuesta luchar, porque ando escasa de fuerzas, porque los dolores de cabeza me dejan fuera de combate día sí y día no, porque mi médula rebelde no cambiará nunca y seré yo la que me tendré que adaptar a ella y no ella a mí, porque me cuesta reunir las fuerzas para pelear contra organismos oficiales a los que les importo nada o menos, porque me duele la espalda de una manera muy rara que me recuerda demasiado a tiempos pasados delosquenoeranmejor, porque todo el mundo me dice tranquila no pasa nada no es nada, y eso es lo mismo que me decia todo el mundo poco antes de que sí que pasara algo y sí fuera algo, porque mi hija se pregunta ahora por qué Cristina tuvo que morir y yo no sé que decirle, porque mi hija piensa ahora en la muerte y en las enfermedades y sufre animada por su exquisita sensibilidad, esa sensibilidad que le hace pintar hermosos cuadros y cantar como los ángeles pero que también le hace sufrir en exceso cuando no le toca, porque yo me culpo de todo eso, de eso y de otras cosas.
Y entre tanto, de repente un día sale el sol, y cojo mi cámara y me voy, y la sonrisa se me dibuja en la cara y entonces todo el mundo me dice lo bien que se me ve, y yo me lo creo, y sonrío aún más... y de repente un día viene LoL a tocar a Madrid, y yo me pongo una camiseta de conciertos, unos vaqueros rotos y uno de mis mil pares de botas y me planto allí como si fuera de viento y mentalmente reto a todos los que me rodean a adivinar que parte de mi anatomía no funciona del todo bien, porque está más loca que yo, y sé que no lo van a adivinar...y de pronto un día me pongo a correr y me visto de atleta vintage con zapatillas adidas y me camuflo entre los numerosos joggers que llenan los parques de mi residencial pueblo ... y mientras tanto quedo con unos amigos y con otros y tomo mucho café y mucha cerveza sin alcohol ... y voy a cumpleaños infantiles ... y hago de taxista por la zona noroeste de Madrid, y os aseguro que me resultaría más fácil hacer de taxista sij en Nueva York que circular por las calles de las urbanizaciones de Pozuelo, Majadahonda, Las Rozas, Torrelodones, Villanueva de la Cañada, Valdemorillo, Brunete y Las Matas, porque además me niego a usar el GPS, soy así, la explicación no la tengo, pero es que yo hago muchas cosas para las que no tengo explicación, las hago o dejo de hacer porque sí y ya está ... y en otros momentos hago otras cosas ...

Pero entre tantos mientras tantos llega un día en que me faltan las fuerzas, y vuelvo a empezar de nuevo, tengo que sacar la espada, ponerme el casco, borrar la sonrisa y poner cara de arghhh, ahí está de nuevo el maldito gigante, vaya pesadilla corriendo con una bestia detrás, dime que es mentira todo ... ay perdón, me despisté, pues eso, que me toca otra vez luchar, hasta que vuelva a salir el sol, y así van pasando los días en este mundo descomunal, donde siento mi fragilidad.

Pero si hay algo que realmente me da miedo es la enormidad, me da miedo que un día nadie pueda oir mi voz. De momento saco el paraguas hasta que salga el sol.

http://vimeo.com/9888200

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