lunes, 8 de marzo de 2010

Camisetas para el invierno

Hace dos días, mientras esperaba durante uno de esos tiempos muertos en los que me toca esperar unas cosas y otras, entré en una tienda en la que yo nunca me compro nada para mí pero en la que a veces encuentro cosas que están bien para los demás, es una cosa rara, lo sé, pero es así. El sábado encontré un estupendo foulard para el cuello de mi hijo, era el último que quedaba, no tenía precio, se lo robé a un niño percha y volví un poco loca a la inútil dependienta de turno de sábado que no sabía muy bien ni cuánto costaba ni si me lo podía vender o no. Cuando lo fui a pagar me atendió la dependienta maja, sonriente, estilosa y contenta de ejercer su oficio una mañana de sábado, y ¡madre mía! como me gusta la gente así, la gente que genera energía a base de buen rollo. Cuando me disponía a firmar el recibo le dije, espera un poco por favor, he visto algo colgado ahí que me gusta, y efectivamente, era una camisa-eta de tirantes muy chula que desde su percha me gritaba"cómprame", y tras comprobar que era mi talla y que su precio era moderadamente razonable, la compré, porque siempre adopto a casi todas las camisetas y demás que me gritan desde las estanterías y las perchas. La simpática dependienta me dijo que era la última que quedaba, se ve que el sábado era el día de la última prenda para Marta, pagué y me fui de allí muy contenta con mi camisa-eta de verano en una bolsa marrón. Cuando llegué a casa y me la probé me di cuenta, aunque quede un poco mal decirlo, de que me quedaba perfecta y de repente me entraron unas ganas locas de que llegara el buen tiempo, de vestir ligera, de los días de sol en la piel, de calor en el corazón, de brillo en los ojos y de luz en la cara y pensé diréctamente en el verano saltándome la primavera, y decidí que ya no puedo esperar más, que se me está acabando la energía solar acumulada en el hueco que dejó libre mi pobre bazo y que ahora utilizo para guardar cosas que molan, como la energía solar, alguna sonrisa de repuesto, paciencia envasada al vacío, optimismo sin fecha de caducidad y muchas más cosas, porque el hueco es muy grande, date cuenta de que mi bazo era casi siete veces más grande que el tuyo, y eso lo bueno que tiene es que me ha dejado un espacio enorme para guardar este tipo de cosas que me resultan tan útiles ahora en mi nueva vida . Y entonces me di cuenta de que los árboles están empezando a florecer tímidamente y éso me animó. Y sé que la primavera no es la mejor época para mis dolores de cabeza, aunque quien sabe, quizá eso cambie algún día, pero sé que después de la primavera llega el verano, que si es una buena época para mis dolores de cabeza y para mis dolores de espíritu. Y me puse contenta.





Esta mañana me he levantado y creo que al salir a la calle me he dado de narices con el día más frío que recuerdo de todo el invierno.
Todavía me duelen las orejas después de esperar cinco minutos a que llegara el autobús rojo y blanco, conducido por un señor con gafas que se llama Armando, que lleva a mis hijos al colegio.

2 comentarios:

  1. Yo también quiero que llegue ya la primavera a todos los aspectos de mi vida

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  2. Marta,llevo días leyéndote sin comentar. Me he enganchado absolutamente a tus blogs, (porque me he leído los tres). Pertenezco al foro de Esther (soy Anacou)y no sé cómo reboté aquí. Solo quería dejar constancia escrita de mi presencia y decirte que disfruto un montón leyéndote porque me siento reflejada en lo que cuentas. Me gustan tus fotos y la energía que emana este espacio. Por aquí estaré. Y por cierto, creo que me voy a ir a Massimo Dutti a probar esa cami tan mona, pero "imposibledeplanchar". Un bico!

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