miércoles, 30 de septiembre de 2009

Me gusta conducir


Hace unos días dediqué los restos de una mañana soleada a conducir, a conducir sin ir a ningún sitio, a conducir deprisa, con la música a un volumen un poco más alto de lo que acostumbro a poner, justo lo necesario para no oir mis pensamientos, con la ventana abierta, justo lo necesario para refrescar mi mente febril, deprisa y con marchas cortas y frenazos casi bruscos, se puede decir que la línea entre mi manera de conducir y la del típico horteramacarra de seat león amarillo tuneado era esa mañana muy delgada, y ahora no voy a decir que no tengo nada en contra de los seats-leones-amarillos-tuneados, sí lo tengo, qué le voy a hacer, igual que tengo algo en contra de los que escuchan a Carlos Baute berreando eso de colgarse en las manos o yo qué sé...e igual que tengo algo en contra de tantas cosas que no me gustan porque no me gustan y ya está ... y aquí no pasa nada. En contra de los que sí que no tengo nada en contra, es en contra de aquellos que tengan algo en mi contra (¡/!), en contra de mi coche o de la música que escucho, o del nombre que les puse a mis hijos, o de otras tantas cosas ... me importa tan poco que a la gente no le guste cómo soy ... y me agrada tanto que haya gente que le guste mi manera de ser ...
El caso es que ese día conduje porque me apeteció, porque me gusta conducir, porque quise, porque no se me ocurrió otra cosa mejor que hacer después de salir del hospital, porque no pensaba aparcar en ningun sitio, solo conducir, y me gusta conducir sin que el fin sea bscar un sitio para aparcar.
Una vez me dijo mi amigo César que conduzco como un "tío", supongo que se refería a un chico, a una persona del género masculino, no a un hermano de madre o padre, supongo que eso era un piropo, no sé, se supone que conducir como un tío es conducir bien, y conducir como una tia es conducir mal ... supongo que me estaba intentando decir que no conducía mal, o incluso que conducía bien. Me voy a quedar con la idea de que fue un piropo original. Claro, viniendo de César tenía que ser diferente.
Por otra parte, decir que mi padre no opina igual que César, mi padre opina que soy muy brusca conduciendo y que no trato bien a los coches, pero ahí mi padre y yo no estamos de acuerdo, yo digo que tratar bien, trato a mis semejantes, y de refilón a los animales con los que me topo y no salgo huyendo de ellos, pero a los coches ... no los trato ni bien ni mal, simplemente los conduzco, la verdad es que nunca he entendido bien qué es lo que me quiere decir con eso de tratar mal a los coches. Mi padre se empeña en decirme que soy una "buena volantista pero una mal conductora", tampoco eso lo entiendo muy bien, pero bueno ... y me echa en cara que no me he leído el libro ese de las instrucciones que está en la guantera. Eso es verdad. La verdad es que no me interesa mucho ese libro. Cruzo los dedos para que nunca tenga que echar mano de él, cruzo los dedos para que nunca me pase nada en la carretera (yo confieso : no sé cambiar una rueda, no sé poner cadenas a los neumáticos, no sé donde va el aceite, donde va el agua y qué puñetas es una bujía, por no hablar de otras cosas más complicadas). Sé poner gasolina, y tampoco lo hago con mucha soltura desde hace mucho tiempo, pero ante la inevitable extinción del lince ibérico y de la figura del gasolinero amable que te sirve combustible en las estaciones de servivio de este país, y después de día en el el Pepe me dijo que ya me valía la estrategia ésa de cambiarle el coche cuando se me vaciaba el depósito, no me quedó más remedio que aprender a poner gasolina en el depósito de mi coche.
Espero que si algún día me pasa algo en la carretera, si se me pincha una rueda, o vete tú a saber qué, me pase como en los anuncios de colonia y pare un chico guapo a echarme una mano. Luego nos podíamos tomar una cerveza de esas que también salen en los anuncios en algún bar molón perdido en una carretera y con una bonita canción indie de fondo... esas cosas son las que pasan cuando se pinchan las ruedas de los coches de las chias que no saben cambiar las ruedas que se pinchan, no?
Pues el otro día fuí y volví, escuché música y me desahogué contra el acelerador. No se me pinchó una rueda, es que tampoco es tan fácil que se pinche una rueda ... así que no me encontré con ese chico de la cazadora de cuero y botas moteras con barba de tres días (o de dos, o de cuatro) y camiseta de Muse. Otra vez será, cualquier otro de esos días en los que salga del hospital, haga sol y necesite desahogarme contra el acelerador.

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